Do original, de Obras completas I - Jorge Luis Borges RBA - Instituto Cervantes: El Golém pg. 885):
El Golem
Si (como el griego
afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo
de la cosa,
En las letras de rosa
está la rosa
Y todo el Nilo en la
palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes
y vocales,
Habrá un terrible
Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la
Omnipotencia
Guarde en letras y
sílabas cabales.
Adán y las estrellas
lo supieron
En el Jardín. La
herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas)
lo ha borrado
Y las generaciones lo
perdieron.
Los artificios y el
candor del hombre
No tienen fin. Sabemos
que hubo un día
En que el pueblo de
Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la
judería.
No a la manera de otras
que una vaga
Sombra insinúan en la
vaga historia,
Aún está verde y viva
la memoria
De Judá León, que era
rabino en Praga.
Sediento de saber lo
que Dios sabe,
Judá León se dio a
permutaciones
de letras y a complejas
variaciones
Y al fin pronunció el
Nombre que es la Clave.
La Puerta, el Eco, el
Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que
con torpes manos
labró, para enseñarle
los arcanos
De las Letras, del
Tiempo y del Espacio.
El simulacro alzó los
soñolientos
Párpados y vio formas
y colores
Que no entendió,
perdidos en rumores
Y ensayó temerosos
movimientos.
Gradualmente se vio
(como nosotros)
Aprisionado en esta red
sonora
de Antes, Después,
Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo,
Tú, Aquellos, Otros.
(El cabalista que
ofició de numen
A la vasta criatura
apodó Golem;
Estas verdades las
refiere Scholem
En un docto lugar de su
volumen.)
El rabí le explicaba
el universo
"Esto es mi pie;
esto el tuyo; esto la soga."
Y logró, al cabo de
años, que el perverso
Barriera bien o mal la
sinagoga.
Tal vez hubo un error
en la grafía
O en la articulación
del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta
hechicería,
No aprendió a hablar
el aprendiz de hombre,
Sus ojos, menos de
hombre que de perro
Y harto menos de perro
que de cosa,
Seguían al rabí por
la dudosa
penumbra de las piezas
del encierro.
Algo anormal y tosco
hubo en el Golem,
Ya que a su paso el
gato del rabino
Se escondía. (Ese gato
no está en Scholem
Pero, a través del
tiempo, lo adivino.)
Elevando a su Dios
manos filiales,
Las devociones de su
Dios copiaba
O, estúpido y
sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas
orientales.
El rabí lo miraba con
ternura
Y con algún horror.
¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar este
penoso hijo
Y la inacción dejé,
que es la cordura?
¿Por qué di en
agregar a la infinita
Serie un símbolo más?
¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno
se devana,
Di otra causa, otro
efecto y otra cuita?
En la hora de angustia
y de luz vaga,
En su Golem los ojos
detenía.
¿Quién nos dirá las
cosas que sentía
Dios, al mirar a su
rabino en Praga?